Jugar con fuego
Por Juan Uriol Batuecas (INFOMED). LAS PROVINCIAS, 3-7-1998
Los montes de la Comunidad Valenciana cubren una extensión de 1.215.077 hectáreas de su territorio, es decir, la mitad de la superficie total, según datos del Inventario Forestal de la Comunidad Valenciana de 1995. Estos montes, debido a sus condiciones intrínsecas y a la acción humana, desde la antigüedad son muy vulnerables a los incendios forestales.
En efecto, el territorio forestal valenciano se caracteriza por una topografía muy compleja, determinada en parte por los Sistemas Ibérico y Bético . Como anécdota se puede decir que la provincia de Castellón es la segunda más montañosa de España. Las formaciones vegetales tienen una estructura muy propicia a la propagación del fuego.
El clima es muy adverso, típicamente mediterráneo, ya que coincide un período largo de sequía con la época de más calor del año y además en numerosas ocasiones se producen situaciones de fuertes vientos terrales (cálidos y secos) de componente oeste (poniente) que producen un mayor peligro para que el incendio se extienda rápidamente. Además, hay en alto porcentaje de siniestros producidos por rayos, este porcentaje es miy superior a otras comunidades autónomas.
El uso del fuego como herramienta cultural está muy extendido, tanto en el medio rural como el urbano, para la eliminación de restos, obtención de pastos, mejorar las condiciones de la caza, para calentarse, cocinar, hogueras y otras actividades.
Esta situación de partida complicada se agravó al final de la década de los sesenta y principios de setenta. Hasta entonces los montes estaban en forma de mosaico, se entremezclaban los cultivos, matorrales, pastos y bosques. No había grandes extensiones de superficies forestales. Se aprovechaba la biomasa del monte (maderas, leñas, formilla y pastos). Estos aprovechamientos daban lugar a rentas y muchas personas del medio rural recibían partes de ellas. Los fuegos, normalmente, no daban lugar a que se quemaran grandes superficies dado que el combustible acumulado era escaso y los territorios forestales estaban compartimentados.
A finales de los años sesenta la situación cambia y los productos que tradicionalmente se obtenían del monte comienzan a perder utilidad al ser sustituidos por otros, principalmente los derivados del petróleo. Además se abandonaron grandes superficies cultivadas próximas a los montes, por la disminución de la cotización de sus frutos, la dificultad de mecanización y el aumento generalizado de los costes de producción. Este abandono origina que se vayan formando grandes extensiones de territorio forestal que contienen una masa vegetal muy proclive a ser consumida por el fuego.
También se produjo un éxodo rural y desaparecieron muchos de los vigilantes naturales del monte, como eran los agricultores de esas tierras abandonadas y los pastores. Y por el contrario con la mejora de calidad de vida, el uso público del monte en fines de semana y vacaciones por personas con bajo conocimiento del medio natural en algunas ocasiones sin respeto al mismo.
Con estos condicionantes, llegamos a que en 1979 son recorridas por el fuego en nuestra Comunidad 78.000 hectáreas. Por ello, las Administraciones responsables del Estado, Generalitat Valenciana y Local (Diputaciones) han intentado paliar el problema de los incendios forestales, incrementando sus presupuestos destinados a la prevención, detección y extinción de los incendios forestales, utilizando los medios mejores a su alcance.
El problema sigue latente y a pesar de los buenos resultados de años como 1989 o el pasado 1996, no conviene "bajar la guardia" y evitar "jugar con fuego", tanto en sentido literal como en el figurado.
En el sentido literal, puesto que lo mejor es evitar el uso del fuego para eliminar los restos agrícolas o forestales o para cualquier otra finalidad, en el monte o sus proximidades (500 metros).
En sentido figurado "no jugar con fuego" significa que el problema de los incendios forestales, uno de los más importantes en el ámbito de la conservación de la naturaleza de nuestra Comunidad, debe ser tratado siempre con datos objetivos, teniendo en cuenta todos los factores, evitando la palabra fácil o la demagogia, puesto que esto debe agrava más su resolución.
Los incendios forestales son un problema de todos, y a todos nos compete. No se debe trivializar, ni simplificar, puesto que en él influyen factores climáticos, biológicos, socioeconómicos y culturales. Es muy corriente echarle siempre la culpa a otros y uno mismo, sin querer hacer daño puede dar origen a una posible catástrofe. Por ello todos los ciudadano deberíamos evitar "jugar con fuego", tanto en el sentido estricto como en muestra propia actitud vital.
Un pedazo de artículo. ¡Enhorabuena!
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